Qué es el Niño Interior y cómo sanarlo
En este nuevo post voy a hablar sobre uno de los temas más bonitos, emotivos y sanadores de los que trabajo con los alumnos de mis cursos y con mis clientes de Coaching, el Niño Interior.
Además, es uno de los temas que más gusta, sobre todo, por el impacto tan positivo que tiene en nuestras vidas sólo con empezar a trabajarlo.
Y es que cuidar a nuestro Niño Interior es muy recomendable para tener una vida adulta saludable no sólo con nosotros mismos, sino también con las personas que nos relacionamos, ya sea familia, amigos, pareja, compañeros de trabajo, jefes, etc.
Sanar a esa parte tan profunda y vulnerable a la vez impacta de manera positiva en nuestra vida y contribuye a tener la vida que deseamos y merecemos.
Si quieres conocer qué es el Niño Interior, detectar si tienes a tu Niño interno herido y, sobre todo, si deseas saber cómo empezar a trabajarlo, te animo a que continúes leyendo para conocer mucho más.
Qué es el Niño Interior
El Niño Interior es un concepto que se refiere a nuestra parte más inocente, más bella, más auténtica. Muchos autores dicen que es nuestra esencia, que hemos nacido con ella.
Cuando hablamos de talentos, creatividad innata, curiosidad, toda esa parte tan bella nuestra suele estar intacta cuando somos niños. Sin embargo, aunque nuestros padres han intentado hacerlo lo mejor que han podido (y por desgracia, en la mayoría de casos no es así), todos hemos tenido algunas heridas, algunos traumas, más o menos grandes que nos llevamos a la vida adulta.
Nuestra personalidad se ha ido forjando en los primeros años de la infancia, más o menos hasta los 7 años.
Y las heridas de la infancia han ido moldeando nuestra personalidad mediante estrategias de supervivencia. De esta forma, nos hemos convertido en un tipo de persona o hemos adoptado una forma de ser específica que no siempre es la que más nos representa en la vida adulta.
El gran problema es que si no sanamos nuestras heridas, en la vida adulta a menudo nos comportaremos de forma inmadura en algunas áreas de la vida porque hay un niño dentro que está pidiendo a gritos ser atendido. Y este comportamiento no nos ayuda a alcanzar la vida que soñamos.
De hecho, el trabajo con mi Niña Interior me permitió desbloquear mis miedos entorno a la maternidad, un deseo que no lograba cumplir durante años, por supuestos impedimentos médicos, cuando éstos no eran más que la consecuencia de mi Niña Interior herida.
Para qué sirve el trabajo con el Niño Interior
El trabajo con el Niño Interior te ayuda a sanar las heridas de tu infancia y de esta forma te permite reconciliarte con quien realmente eres. Te permite aceptarte en tu totalidad. Te hace reenamorarte de tu esencia, de tu autenticidad. Al sanar las heridas que te impiden ser tú misma, comienza también un proceso de convertirte en una persona adulta y responsable.
Y es que un niño no tiene la capacidad de resolver sus problemas. Siempre necesitará de un adulto para que le ayude.
De pequeños a menudo no obtuvimos esa ayuda, y nos sentíamos solos e incomprendidos, tratados de manera injusta o con burla. Y no sabíamos cómo resolverlo. Pues no teníamos la capacidad para solucionarlo.
Sin embargo, al sanar a tu Niño Interior, empiezas también a conectar con tu parte Responsable y Adulta, aquella que sí es capaz de acoger, aceptar, abrazar, nutrir y darle amor a tu niño interno.
Heridas emocionales que se trabajan en el Niño Interior
Cuando trabajamos con Niño Interior, lo que hacemos es ir sanando las heridas más profundas de nuestra infancia. A continuación, te comparto las más comunes (aunque hay muchas más) y sus principales consecuencias.
Herida de rechazo
La herida de rechazo es una herida muy común y, de hecho, también era una de las heridas de mi niña no sanada.
Esta herida aparece cuando hemos sentido que no nos han querido lo suficiente o creemos que nos estaban rechazando, sobre todo por parte de nuestros seres más queridos,. Incluso cuando esto no estuviera sucediendo en realidad, pero nuestra mente lo interpretó como un rechazo.
Las personas que sufrimos de rechazo en la primera infancia solemos compararnos con los demás y tenemos una necesidad imperiosa de la aprobación ajena.
Así que, si sientes que necesitas que los demás te aprueben, seguramente en tu infancia habías sentido o creído haber tenido algún tipo de rechazo. Y, por tanto, esta es una de tus heridas.
Herida de sobreprotección
Tanto es malo sobreproteger como no permitir a tu hijo desarrollarse cómo es. Este comportamiento de los padres o cuidadores hace que el hijo se comporte de manera rebelde o, por el contrario, sea demasiado sumiso.
Esto lleva a la falta de libertad y la sensación de no poder expresarse, de ser tú mismo. Te conecta a sentimientos de rabia exagerada o ira reprimida. En la edad adulta puedes convertirte en una persona que rechaza cualquier tipo de ayuda porque no quieres que nadie te proteja o te reprima. O bien eres una persona muy sumisa que en la edad adulta le cuesta tomar decisiones y confiar en sí misma.
Herida de traición
La herida de traición aparece cuando hemos sentido que nos han engañado o nos han traicionado. Incluso puede darse en cosas pequeñitas. Desde el caso de que tus padres tratasen mejor a uno de tus hermanos o tuvieses celos. O incluso algo más grave como un padre que abandona a los hijos, y el abandono se ve como una traición.
Esto genera una sensación de decepción y desconfianza en nuestra vida adulta. Nos cuesta confiar en las personas. O incluso podemos caer en la manipulación y el engaño repitiendo aquello que vivimos de pequeños de manera inconsciente para intentar subsanarlo. Y es que nuestra parte inconsciente siempre busca estrategias de supervivencia y de sanación, aunque no sean las vías más correctas.
Herida de humillación o desvaloración
Con la herida de humillación aparece la rabia, el dolor, el resentimiento y también nos puede llevar a tener baja autoestima, falta de confianza e incluso rechazo de uno mismo.
Si siento que no me valoran mis padres o las personas más importantes de mi vida cuando soy niño o incluso se burlan de cómo soy, empiezo a generar una serie de creencias totalmente falsas sobre mi propia valía. Por lo que si ellos me rechazan, me humillan o me desvalorizan, yo también me rechazo y me desvalorizo. Esto genera una baja autoestima y un carácter resentido, incluso amargo. Sentimos que somos víctimas de las circunstancias.
Como puedes ver, al final todas las heridas están muy relacionadas unas con otras.
Herida de abandono
La herida de abandono también es muy común y no tiene por qué ser un abandono físico, simplemente puede suceder que tus padres nunca estuvieran en casa o tuvieran mucho trabajo o no se preocupaban de atenderte. Incluso estando físicamente no te hacían caso. Esto hace que generes una serie de inseguridades sociales, dificultades de contacto. Incluso puede generar dependencia emocional, miedo a la soledad y tener tendencia a relaciones tóxicas, sean de amistad o de pareja.
Herida de injusticia
Cuando hemos vivido o presenciado una injusticia en repetidas ocasiones en nuestra infancia, podemos convertirnos en personas con un carácter muy crítico. Además, culpamos a los demás y también a nosotros mismos. La culpa y la dureza en el carácter son muy cercanas a las personas con esta herida. Las injusticias pueden ser de muchos tipos: desde castigos físicos, psíquicos, hasta un trato desigual entre hermanos o un ambiente de maltrato familiar.
En familias con personas dependientes a las drogas o al alcohol, a menudo se presentan todas las heridas juntas.
¿Puedo tener más de una herida de la infancia?
Aunque duela reconocerlo, es muy común tener varias heridas y, de hecho, así suele ser porque la mayoría de personas procedemos de hogares con mucho dolor acumulado durante generaciones. No es necesario culpar a los padres sin más, si tus padres fueron duros o injustos contigo probablemente es porque los suyos a su vez lo fueron con ellos y así sucesivamente.
Puede que tú digas ahora: pues todo lo contrario, mi infancia fue feliz y, sin embargo, me identifico con estas heridas. Esto sucede porque a menudo evitamos de manera inconsciente el dolor vivido en la infancia y no recordamos determinados hechos para no sufrir. Es más, en mis cursos y sesiones he trabajado con personas que no recordaban casi nada de su infancia, pues tenían esas memorias totalmente bloqueadas.
Y también puede suceder que las heridas tengan que ver poco con la realidad. Por ejemplo, una madre que trabaja mucho pero adora a sus hijos, puede «generarles» la herida de abandono, cuando ésta no tenía más remedio que trabajar mucho por su difícil situación económica. O un padre que fallece cuando el niño es muy pequeño y éste lo vive como abandono. O simplemente una separación o divorcio, incluso en ambientes totalmente positivos, es vivida por el bebé como algo trágico.
Es decir, no necesariamente tiene que haber un trauma profundo como maltrato para que las heridas se originen.
La cuestión no es tanto cómo y por qué se originó (aunque esto nos da bastante claridad y nos ayuda a entender mejor nuestro comportamiento), sino identificar las heridas y saber cómo podemos sanar este dolor. Esta es la parte más importante.
Cómo sanar a tu Niño Interior
A continuación te propongo algunas ideas para empezar a sanar a tu niño interior.
1# Busca patrones y situaciones de conflicto o dolor recurrentes
La mejor forma es empezar por observar y detectar aquellas situaciones de conflicto más recurrentes en tu vida. Busca patrones. Por ejemplo, cada vez que hablo con mi madre, acabamos discutiendo. O cada vez que empiezo en un nuevo trabajo, acaban por despedirme por ser demasiado tímida y no atreverme a hablar o proponer mejoras.
Es posible que en tu vida tengas situaciones o hechos que te ponen más nerviosa, que no sabes cómo actuar, ya sea a nivel social o familiar, con tus hijos o con tu pareja. Tal vez te cuesta encontrar pareja o tus relaciones de pareja terminan. O tal vez siempre acabas cediendo. También puede ser a nivel profesional. Tal vez te dan miedo algunas situaciones sociales como el famoso miedo a hablar en público. Quizás en tu caso sea iniciar un proyecto o tomar decisiones.
Seguro que ya sabes aquello que más te cuesta y donde más conflicto hay, ya sea contigo o con los demás.
Te invito a que anotes esas situaciones, ya que detrás de las situaciones más conflictivas y dolorosas está el niño interior herido.
2# Busca lo que más te molesta en esos conflictos o dificultades típicas
Otra forma de averiguarlo es preguntarte qué es lo que más te molesta en esas situaciones.
Hay personas especialmente sensibles a la traición o a la hipocresía. Personas para las que, por ejemplo, la mentira es el mal más grande del mundo. También puede ser el trato injusto y, por tanto, no soportan la injusticia, como es mi caso.
Lo vamos a notar sobre todo en situaciones de proximidad, especialmente con las personas más queridas: padres, hijos, pareja…. Ahí es donde realmente el Niño Interior herido se puede notar más, aunque también se puede trasladar a otras situaciones de tu vida.
Hay personas que no pueden soportar no ser el centro de atención y cuando no lo son, tratan por todos los medios de conseguir esa atención. Esta también es una situación de conflicto, ya que una persona adulta no tiene por qué estar llamando la atención siempre.
Existen personas que tienen muchísimo miedo al abandono y mantienen relaciones de pareja tóxicas porque temen esa sensación de sentirse abandonadas o encontrarse solas. Este también era mi caso.
Como ves, hay muchas situaciones y sólo te comparto algunos ejemplos. Así que te invito a que reflexiones sobre esas situaciones que más te duelen y más te molestan, ahí detrás está tu Niño Interior herido.
3# Analiza diferentes áreas de tu vida
Otra forma de saberlo es analizando distintos ámbitos de tu vida, ya sea padres, hijos, pareja, trabajo, etc. Puedes poner una puntuación a cada una de las áreas y las que menos nota obtengan, observar qué ocurre ahí.
Como ves, lo primero es darnos cuenta dónde está herido nuestro niño interior.
Ejercicio para trabajar con tu Niño Interior
Para trabajar con el Niño Interior te propongo un ejercicio muy sencillo, pero muy bonito y sanador.
Se trata de descubrir la historia de tu Niño Interior herido. Con este ejercicio vamos más a fondo, a lo profundo con la escritura terapéutica que en mi caso ha sido vital en toda mi vida.
Con este ejercicio vamos a darle lugar al dolor, no silenciarlo, sino sacarlo fuera y darle su espacio. De niños lo hemos escondido para no sufrir como estrategia de supervivencia. Si no permites un lugar para sentir el dolor, no habrá lugar para la sanación. Necesitamos, por tanto, liberar espacio para después llenarlo con los recursos positivos.
Para descubrir tu historia puedes utilizar los recursos anteriores que te he mencionado en este post o simplemente puedes ponerte a escribir cómo ha sido esa historia. Incluso puedes escribir de forma automática y dejándote llevar.
Recuerda, tienes derecho a reconocer que tuviste heridas. Todos hemos tenido heridas. No tienes que silenciar a tu Niño Interior. Claro que duele recordar todo eso porque nos conecta con nuestra parte más vulnerable. Y a veces tratamos de ponernos esa coraza de adulto al que no le pasa nada, cuando en realidad, se esconde ese niño que pide a gritos ser liberado, sanado y abrazado.
Sé que este ejercicio es intenso, así que, te animo a que lo hagas en un momento y en un lugar en el que puedas estar tranquilo y en soledad.
También, puedes escribirle una carta de amor a tu niño herido. Incluso puedes poner delante la foto tuya de cuando eras pequeña. Y mirando a los ojos a esa niña o niño, decirle todo lo que le faltó: palabras de amor, cariño, aceptación, consuelo, perdón y compasión.
Puedes abrazar mentalmente a ese niño, mientras escuchas una música bonita y emotiva.
Conclusión
En mi caso, trabajar con el Niño Interior ha sido muy sanador y ha tenido un impacto muy positivo en mi vida. Llevo mejor los conflictos familiares. Y también me cuesta cada vez menos lidiar con conflictos con otras personas. Hasta hace poco cuando alguien me trataba injustamente, me enfadaba muchísimo.
Ahora que lo tengo cada vez más trabajado me lo tomo con más calma y no trato de demostrar nada a nadie. Si alguien no está de acuerdo o piensa que estoy haciendo algo mal (cuando en el fondo no es mi intención), le dejo espacio a esa persona a estar equivocada o expresar su opinión, aunque yo no esté de acuerdo con ella.
Como ves, trabajar con el Niño Interior es muy sanador y te invito a que tú también lo trabajes para que veas lo sanador que es también en ti.
¿Te gustaría profundizar el trabajo con el Niño Interior?
Si quieres profundizar en el trabajo del Niño Interior, en el curso SelfCoaching este es uno de los temas que más gusta a los alumnos por lo transformador que es.
Me encantará acompañarte en este curso y ver tus aprendizajes y transformaciones. Lo mejor es que, además, este camino lo harás acompañada de personas como tú, que quieren sanar, romper sus bloqueos y tener la vida que desean y merecen.
Y ahora te toca a ti, ¿ya has trabajado con tu Niño Interior ? ¿Has detectado si necesitas trabajarlo? Me encantará leerte.
2 comentarios
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Hola María, heleido tu reporte del niño interior herido y creo que las tengo todas, incluso la de sobreprotección, muy acentuado la de la humillación y el rechazo, la injusticia el abandono, y me preguntaba mi querida María, si parte de esa herida de la injusticia podría ser, el maltrato físico indirecto, somos 10 hermanos y tuvimos una madre amorosa pero un padre déspota, maltrataba a mis hermanos varones físicamente de una manera tan brutal que yo a mi corta edad no entendía, y hasta hace poco aún no lograba entender, hasta que conocí algo del árbol transgeneracional, y explicaban allí,que con su nivel de conciencia el hizo lo que pudo y que yo en su lugar hubiese hecho lo mismo.., y yo entendí que él debió ser un niño muy maltratado en su infancia…debió llevar un niño interior muy herido… sentí mucho dolor por mi padre… Eso y muchas cosas más me han hecho buscar más información del niño interior herido y la relación con los padres… Entiendo que tengo mucho que sanar y un gran camino que recorrer… Gracias, voy a poner en práctica la escritura, aunque he olvidado muchas cosas de mi infancia o tal vez como dices las he bloqueado…
Qué duro lo que compartes Yrama. Efectivamente, tu padre debió ser un niño con heridas profundas y muy maltratado. Es terrible cómo de generación en generación se van pasando esas heridas hasta que no las sanamos… Decirte también que «con su nivel de conciencia el hizo lo que pudo y que yo en su lugar hubiese hecho lo mismo..» no tiene por qué ser necesariamente así. Hay niños maltratados que precisamente por el dolor del maltrato nunca levantarían la mano a otros, pues tienen una especial sensibilidad por el dolor. Es decir, sanar las heridas tiene que ver con aceptar y perdonar, pero eso no justifica nunca al que maltrata (al menos yo no lo veo así). Siempre existe el libre albedrío y la posibilidad de elegir. Algo me dice que tú no lo harías igual, pues viviste de cerca ese maltrato y obviamente no lo ejerces. Como tampoco creo que todos tus hermanos varones lo ejerzan con sus hijos. Mucho mucho ánimo y sigue trabajándote poco a poco. Aunque no recuerdes esas heridas, da lo mismo, lo primero es contactar con tu niña interna y darle mucho amor. Con algo tan simple y tan grande como esto ya estás empezando a sanar. Un abrazo grande!