Cómo mejorar tus relaciones si tienes apego evitativo
El apego evitativo es uno de los estilos de apego que puede generar más frustración en las relaciones personales.
En esta entrada te voy a compartir de qué se trata y cómo comprender el mecanismo defensivo de las personas con apego evitativo así como estrategias para ir construyendo una forma de apegarse más segura y satisfactoria.
La mayoría de los seres humanos aspiramos a disfrutar de relaciones sanas y estables en nuestras vidas. Los vínculos son muy importantes en nuestra especie porque somos seres sociales y necesitamos realmente apegarnos a otros seres para tener vidas plenas.
Disponer de vínculos cercanos confiables nos permite compartir y contrastar nuestros pensamientos y visiones y nos ayuda a regular nuestras emociones cuando nos desbordan y necesitamos refugio. Este refugio, este apego seguro, nos permite a su vez sentirnos más tranquilos para salir al mundo a compartir nuestros talentos.
Pero, ¿qué es esto del apego?
Antes de explicarte, quiero mostrarte el índice que voy a seguir en este artículo:
- ¿Qué es el apego y por qué es importante?
- ¿Qué significa tener un estilo de apego evitativo?
- ¿Cómo se origina un apego evitativo?
- Herida de rechazo y apego evitativo.
- Cómo se relaciona una persona con apego evitativo?
- ¿Por dónde puede empezar a sanar el apego evitativo?
¿Qué es el apego y por qué es importante?
El concepto de estilo de apego apunta que cada persona aprende en la infancia un modo concreto de relacionarse con los demás que es un patrón bastante estable.
Este estilo o patrón está muy determinado por el tipo de relaciones que tuvimos con nuestros vínculos más cercanos en nuestra infancia, normalmente los padres o cuidadores principales.
Por tanto, en función de cómo se hayan vinculado los padres contigo, habrás aprendido un estilo de apego u otro.
El apego es el vínculo emocional que se establece entre un niño y sus principales cuidadores. Y este vínculo es esencial porque influye en nuestra relación con los demás y con nosotros mismos de adultos.
«El apego es un vínculo emocional profundo y duradero que conecta a una persona con otra a través del tiempo y el espacio». John Bowlby
Este apego, este vínculo, determina sobre todo la confianza que experimentaremos para dejarnos sostener por otro, entregarnos, dar incondicionalmente, abrir nuestro corazón a un encuentro íntimo, confiar en que merecemos el amor de los demás…
Por ello, puede ser realmente muy valioso conocer cuál es tu estilo de apego para comprenderte mejor o comprender mejor a las personas más cercanas en tu vida y, sobre todo, a tu pareja.
Comprender todo esto te ayudará a mejorar las relaciones con los demás y contigo mismo y a elegir mejor tus futuros vínculos.
¿Qué significa tener un estilo de apego evitativo?
¿Cómo es alguien con apego evitativo y cómo se ha fraguado esta manera de relacionarse con el otro y con uno mismo?
Las personas con apego evitativo tienden a no confiar en los demás y prefieren mantener distancia en las relaciones. Normalmente sus parejas o personas más próximas suelen echar de menos más cercanía e intimidad.
Un lema de las personas con apego evitativo es que están mejor solos que mal acompañados. Y cuando lo están pasando mal y sufren, les cuesta sentirlo y reconocerlo y buscar apoyo o consuelo. Más bien se encierran y no se suelen dejar ayudar por otra persona. Y esto puede ser muy frustrante para quien convive con ellas y su sufrimiento.
La verdad es que, como seres humanos que son, necesitan relaciones sociales para tener una vida plena y satisfactoria aunque la intimidad les parezca aterradora y por ello se fabriquen la ilusión de que es innecesaria.
Normalmente les asusta incluso la intimidad con ellos mismos y no saben relacionarse muy bien con sus emociones que tienden a evitar también.
Se les da mejor el hacer que el sentir. Mejor enfocarse en lo productivo y práctico que pararse a hablar de lo que uno siente. De hecho, no saben moverse muy bien en este tipo de conversaciones más personales o pueden hacerlo pero solo un rato antes de agobiarse por la intensidad emocional.
Pueden hacer daño sin querer. Igual que no son conscientes de sus propios sentimientos y de su propio dolor, tampoco pueden serlo con facilidad del de los demás. Y aunque les quieran, pueden necesitar una comunicación muy clara de lo que el otro quiere porque no se les da muy bien eso de adivinar.
Muchas veces, tienen miedo al compromiso ya que pueda suponer una merma en su independencia y libertad que para ellos es super importante.
Por otro lado, pueden ser afables y sociales con personas menos cercanas y se adaptan fácilmente por lo que suelen ser muy buenos amigos o compañeros de viaje.
¿Cómo se origina un apego evitativo?
Como el resto de apegos, se origina en la infancia mediado por la calidad y cantidad de los cuidados y atenciones recibidos de nuestros cuidadores principales.
Cada vez que de pequeño ha demandado atención o cuidado, este niño ha recibido críticas o rechazo. Más bien se le ha premiado cuando se las ha apañado solito.
Los padres de estos niños no saben estar emocionalmente disponibles y no responden a las necesidades de afecto o cuidado o atención la mayor parte del tiempo. Incluso suelen rechazarlos si se quejan por una herida o demanda de atención o muestra de vulnerabilidad. De esta manera se suele incentivar también una independencia prematura en estos niños que muchas veces sorprende a las personas de su entorno.
Con todo ello, el niño acaba asumiendo que no puede contar con su cuidador y mejor no confiar en el otro porque no le ha proporcionado la seguridad o afecto que necesitaba.
Este niño tiende a ser muy independiente, lo cual puede confundirse con seguridad, pero en realidad experimenta estrés y sufrimiento y no se siente valorado.
Aprende que lo mejor es evitar la intimidad y el contacto cercano. Por eso tiende a mantenerse emocionalmente distante. También aprende pronto que es mejor reprimir el deseo genuino de buscar a alguien sensible para que lo consuele o atienda cuando lo necesita.
Demandar atención, pedir ayuda o mostrar vulnerabilidad conduce al rechazo o humillación así que mejor no hacerlo.
Así, sin llorar no expresa abiertamente sus emociones incómodas pueden al menos preservar su necesidad de seguridad al poder estar cercanos (aunque solo sea físicamente) a sus cuidadores.
Herida de rechazo y apego evitativo
El bebé viene al mundo con una expectativa implícita de que se van a satisfacer sus necesidades de cariño, calor, contacto y de que se calmen sus emociones.
Cuando el niño va creciendo y tiene necesidades que de forma sistemática el cuidador principal no satisface, se va frustrando. Cuando además a veces le dicen (verbalmente o con miradas o resoplidos) “déjame en paz”, “podrías apañártelas solito ya” y en vez de calmarle o ayudarle, le han rechazado cuando ha mostrado vulnerabilidad, aprende a dejar de pedir.
Y lo peor es que acaba creyéndose que no es valioso y que está mal por ser/sentirse dependiente o vulnerable.
Así, va relacionando la necesidad emocional con algo negativo porque es rechazado por ello. Y poco a poco va rechazando él mismo sus necesidades y emociones para no volver a experimentar el dolor de ser rechazado.
Por tanto, la herida que más resuena y predomina en el apego evitativo es la de rechazo.
El niño empieza a interiorizar que es débil y que no es valioso porque necesita de otro y así empieza a dañarse su autoestima.
De adulto, se rechaza así mismo cuando es vulnerable. Y rechaza la intimidad. Porque un encuentro íntimo nos deja expuestos.
En el fondo siente muchísima inseguridad de que descubran en esta intimidad que es vulnerable y que es defectuoso por ello.
Rechaza la intimidad para no ser el rechazado. Y puede dejar antes de que le dejen. O estropear conversaciones íntimas cuando pasan de la raya de lo que puede sostener.
De hecho, para no sentir intimidad, suele cobijarse en el hacer y rechazar el ser, el pararse simplemente a estar consigo mismo o con otro ser humano compartiéndose sin más
Muchas veces acaba teniendo una estructura de represión emocional y desconexión corporal porque esta es la estrategia que les ha servido para evitar el dolor del rechazo.
Sin embargo, es bastante probable que hoy esta estrategia ya no sea de utilidad, sino todo lo contrario.
¿Cómo se relaciona una persona con apego evitativo?
Para comprenderlo hay que saber que si hemos tenido un vínculo sano con nuestro cuidador principal, predecible y con respuestas sensibles a nuestras necesidades la mayor parte del tiempo, nuestro estilo de apego será seguro.
En este caso, la cercanía emocional con otras personas nos proporciona una sensación de estabilidad y seguridad. Sentimos que no estamos solos en la vida, sino bien acompañados y nos reconforta en cierta medida saber que podemos depender de alguien y que contamos con personas en quien confiar.
Además, si nos sentimos bien valorados por los demás, podemos desarrollar una buena autoestima y una actitud confiada hacia la vida y los otros.
Como esto no ha pasado en el apego evitativo, la cercanía emocional en lugar de generarles seguridad, les da miedo, incluso pánico. Es amenazante porque les deja expuestos a volver a sentir el inmenso dolor de ser rechazados.
Es importante señalar que pueden ser tanto hombres como mujeres los que presentan este patrón más evitativo. Y, al mismo tiempo, es cierto que culturalmente se ha tendido más a despreciar la vulnerabilidad de ellos y las expresiones de rabia de ellas. Y esto, por supuesto, condiciona el predominio de este estilo evitativo en más varones.
Las personas con apego evitativo tienden a relacionarse más superficialmente, aunque pueden estar muy disponibles para los amigos, sobre todo en temas relacionados con el hacer. Puedes seguramente contar con ellos para una mudanza, pero no tanto para sentirte comprendido en tu pena por un duelo reciente.
Sus parejas echan de menos más cercanía emocional y presencia. De hecho tienen mucha tendencia a la evasión o desconexión, a no estar presentes realmente. También suelen vivir con una ansiedad baja gracias a reprimir todas las emociones incómodas que les hagan sentir vulnerables o fuera de control.
Estas personas pueden empezar una relación sentimental sin estar realmente involucrados emocionalmente e incluso una relación sexual. Y esto puede crear problemas de insatisfacción en la otra persona, claro. Además de que al no reconocer sus propias necesidades, les suele conectar con empatía con las necesidades de su pareja.
Rehúye muchas veces el compromiso porque lo traduce en falta de libertad y espacio y en imposibilidad de controlar todas sus emociones.
Lo que ocurre es que la emoción brota en algún momento y lo puede hacer en forma de explosiones de ira o de conductas compulsivas como hacer y hacer o adicciones varias.
En el fondo la persona con tendencia evitativa si es honesta consigo misma, siente cierto grado de insatisfacción vital. Y es que alguien que reprime constantemente sus emociones, no puede estar bien del todo porque igual que no siente ansiedad, tampoco puede sentir gratitud o felicidad.
Como seres sociales que somos, una vida sin vínculos es una vida vacía.
Lo que ocurre es que a pesar de esta insatisfacción, la persona prefiere la seguridad de esta represión emocional al temor de abrir su corazón y no recibir lo que necesita o ser despreciado por ello.
Teme que se despierte su herida de rechazo y no sea capaz de soportar el dolor.
Por eso, puede ser difícil convivir de una forma cercana con alguien con esta tendencia, sobre todo si es muy marcada, porque hay diferentes grados de apego evitativo.
Yo misma he tenido en parte esta tendenciam pero suavizada porque sí he sido capaz de sentir cierta intensidad emocional. Y gracias al trabajo de todos estos años, sobre todo a la sincronización hemisférica y la escucha somática consciente, cada vez más.
Sin embargo, conozco una persona con esta tendencia que prácticamente no sale de casa ni tiene amigos porque desconfía básicamente del ser humano.
En la mayoría de los casos, la intensidad y rigidez del patrón está relacionada con la cantidad y calidad del trauma que ha sufrido la persona siendo niño.
¿Por dónde puede empezar a sanar el apego evitativo?
Lo primero para empezar a sanar es reconocer este patrón de aislamiento porque algunos no lo reconocen y creen que es normal no querer acercarse afectivamente, no depender en absoluto del otro.
Una vez reconocido este patrón, es necesario aceptarlo y aceptar también que hay que trabajar en ello para cambiarlo y que no será de la noche a la mañana; será un proceso.
Y será necesario reconocer también la baja autoestima que muchas veces camuflan así como la evitación de la que sí suelen ser más conscientes.
Una parte importante será trabajar con el niño interior, esa criatura que tuvo necesidades que no solo no satisfacieron, sino que fueron motivo de rechazo.
Será necesario reparentalizar a esta parte de nosotros que sigue temiendo el rechazo y dotarla de la certeza de que es un ser valioso con necesidades humanas.
Y desde la parte adulta, se pueden nutrir estas necesidades con visualizaciones o incluso actos simbólicos. Por ejemplo, puedes comprarte aquello que pedía el niño, pero nunca recibió o mimarlo dándote un masaje o un baño caliente ahora en el presente.
En este punto el perdón es importantísimo. Primero y sobre todo, el perdón a uno mismo por no saber aún relacionarse de otra forma con los demás y con uno mismo y perdonarse la vida perdida por esta represión y evitación de la intimidad. Es un perdón acompañado de paciencia compasiva.
Y después, si aparece, puede estar bien el perdón al progenitor o cuidador o cuidadores que originaron esta herida que condicionó este estilo de apegarse a otro despegándose para protegerse. Este no ha de ser un perdón forzado ni mental. Ha de ser un perdón que emana naturalmente cuando el niño interior va satisfaciendo sus necesidades, incluida la de expresar ira o resentimiento hacia sus padres. Y no es algo razonado, sino algo vivenciado.
Cuando se va descargando toda la energía emocional retenida, incluido el rencor y el dolor, brota la compasión hacia unos cuidadores que a su vez seguramente no fueron cuidados ni bien atendidos por sus propios padres.
Y mientras se va haciendo todo este trabajo interior, mejor de la mano de un terapeuta especializado, es necesario ir transformando paulatinamente la forma de relacionarnos empezando por los contextos que se sientan más seguros, puede ser la pareja, un amigo o el terapeuta.
La persona va abriéndose en las relaciones permitiendo compartir más emociones, más intimidad, más expresión de sus necesidades, más contacto ocular sosegado… Y va siendo validado en todos estos comportamientos.
Esto va creando un estado de confianza que permite una mayor apertura de forma que se va rebajando la ansiedad al exponerse a la intimidad.
Y la persona empieza a poder elegir conscientemente, donde antes se cerraba, mantenerse abierto.
Empieza a evitar la evitación sintiéndose seguro.
Algo muy importante para ti si tienes este estilo de apego, es que aprendas a estar en el presente y más conectado con tu cuerpo y sus sensaciones.
Esto te ayudará a reconocer mejor tus emociones y a disminuir esa tendencia a la evasión que puede desquiciar un poco a quien comparte algo de su vida contigo. Para estos dos propósitos te aconsejo practicar yoga o boymindfulness.
Desde mi experiencia profesional, conozco a muchas personas que han transformado este patrón y disfrutan de relaciones más satisfactorias con los demás y con ellas mismas.
Yo misma creía que no podía confiar en nadie y que nadie me entendería. Me acuerdo contándoselo hace muchos años a mi primera terapeuta. También me daba vergüenza llorar delante de otros y pensaba que era mejor no pedir ayuda. Sin embargo, ahora puedo involucrarme afectivamente y expresar mis necesidades con mucha más soltura. Y no me cuesta llorar si es lo que necesito en ese momento. Por ejemplo, acudo a un círculo de mujeres con regularidad y como lo siento un espacio seguro, me permito liberar las emociones que necesite aunque otras mujeres me vean llorar.
Por tanto el primer paso para ti si te reconoces en este estilo de apego es reconocerlo y empezar a dejarte sentir. Se trata de permitirte habitar poquito a poco la incomodidad extraña de la intimidad, hasta que deje de ser tan incómoda y tan extraña.
Pasito a pasito, con paciencia y amor, podrás conseguirlo. Y con alguien en quien confíes a tu lado. Mereces ser feliz. Y aunque creas que puedes conseguirlo en soledad, tu corazón sabe que no es así.
Mucho ánimo, el apego no es una sentencia, es solo una tendencia y se puede modificar.
—–
Soy Beatriz tierno, psicoterapeuta experta en hipnosis, programación neurolingüística y terapias para reprocesar experiencias traumáticas que utilizan la estimulación de los hemisferios cerebrales aunadas en la terapia IntegraTE.
Mi misión es acompañarte a recorrer tu propio camino de autoconocimiento o, más bien, de re-conocimiento de tu esencia tomando como brújula tus síntomas físicos y tus emociones.
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