Cómo desbloquear tu creatividad con la naturalidad de un niño

Hoy te traigo un artículo escrito por Pez Papaya (Carolina Abad) en el que trata el tema de Cómo Osar jugar y darse permiso creativo con la naturalidad de un niño. Carolina ha sido una de mis mejores alumnas de la Formación de Coaching de vida y es una magnífica coach que está especializada en procesos creativos. Además de que es narradora y tiene el don de la escritura. Te invito a aprender junto a ella a desbloquear tu creatividad y hacerlo con la naturalidad de un niño.
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Sentarse a jugar con nuestras manos y nuestra imaginación no debería implicar ningún tipo de sentimiento negativo. Sin embargo, he conocido muchos casos en los que precisamente eso es lo que sucedía. Sin ir más lejos, yo misma.

Me costó mucho tiempo permitirme explorar mi capacidad creativa. Sobre todo de forma sostenida, buscando un rato cada día para ponerme a escribir, pensar, dibujar, tejer… Al principio buscaba un fin profesional que encauzase la necesidad creativa que sentía. Estudié Comunicación Audiovisual, y durante veinte años trabajé en los proyectos de otros autores (como técnico, productora, directora…). Lo veía como un trabajo, una salida natural a mi creatividad. Sin embargo, al trabajar en los proyectos de otros, mi visión, mi voz creativa no podía salir. No era el lugar adecuado para ello.

No me di cuenta de mi bloqueo hasta que decidí ponerme a hacer algo que siempre había querido. Desde pequeña. Una actividad creativa, que por otra parte, siempre había estado presente en mi vida, pero sin ponerle un nombre: escribir. Ponerle nombre a mi deseo fue lo peor que pude hacer.

Como os decía, yo ya escribía. Escribía mucho. Tuve diarios desde muy pequeña. En mi adolescencia escribía cartas a mis amigos. Muchas cartas. Recuerdo que algunas ni siquiera las enviaba… Después escribir pasó a formar también parte de mi trabajo. Realizaba guiones, escribía textos para páginas web, adaptaba o corregía textos de mis clientes, me comunicaba con otros a través de elaborados emails… Siempre he sido muy cuidadosa con lo que escribía. Sin embargo, en el mismo momento en que pensé que quería escribir, con letras mayúsculas, en mi cabeza se convirtió en algo limitante. ¿Cómo iba yo a ser una escritora?

¿Cómo voy a osar, yo, convertirme en artista?

En este artículo me gustaría analizar este sentimiento, porque creo que es algo que afecta a muchas personas, no solo en el ámbito de la escritura, sino en toda actividad relacionada con la creación. Esta actividad creativa que nos negamos podría ser dibujar, pintar, cantar, bailar, componer música, escribir (ya sea libros de ficción, como ensayos, obras de teatro, canciones, un blog…). Todo lo que tiene que ver con lo que cada uno entendemos como algo “artístico”.

En primer lugar, creo que lo más importante es desmitificar las grandes palabras: artista, músico, escritor, creador… Creo que las etiquetas nos paralizan. Quizás por ese halo que desprenden los artistas, creadores con mayúsculas, escritores “de verdad”… Es como si mirásemos a esa figura mayestática desde abajo, subiendo la barbilla y la mirada. ¡Ese dios o diosa al que tanto admiramos! No sé si ahí hay solo respeto o si también hay cierto sentimiento de inferioridad. Nos vemos “a años luz” de esas figuras, a veces incluso con nombre y apellidos. Y ¡claro que lo estamos!, pero no de la forma que creemos. No por incapacidad, sino porque nos llevan la ventaja de muchas horas de trabajo. Pero eso no quiere decir que no podamos tocar una paleta o pluma. Seguramente ese artista, nos tendería la mano desde ahí arriba y nos diría: “Paciencia. No pretendas nada. Simplemente haz”.

Haz. La clave podría estar ahí. Hacer vs. Llegar a ser. No escribas porque quieres ser escritor. Escribe porque quieres escribir. No pienses en que quieres ser artista. Piensa que quieres hacer arte. Observa qué te mueve a hacerlo. ¿Necesitas expresarte? ¿Quieres decirle algo al mundo? ¿Deseas conectar con tu interior? Si la etiqueta te resulta paralizante, no pienses en la etiqueta, piensa en el acto. Quizás eso te quite un peso de encima. Además, ten en cuenta que si no disfrutas con lo que haces no merece la pena.

Ya… pero no me resulta tan fácil disfrutar con ello

A veces, conseguimos sentarnos delante de la “hoja en blanco” y entonces comienzan a aparecer ciertas resistencias. Tras unos minutos mirando el papel nos dan ganas de ponernos a hacer cualquier otra cosa. Miramos el móvil a ver si tenemos algún WhatsApp, ordenamos nuestro escritorio de forma compulsiva, nos acordamos de que algún rincón de la casa está demasiado sucio y no podemos esperar a limpiarlo… Es normal. Nos sucede a todos en algún momento. Podemos llamarlo miedo.

El miedo tiene que ver con las expectativas que nos creamos. Las expectativas se ven influidas por nuestras creencias. Vayamos paso por paso…

Algunas creencias limitantes que nos paralizan a la hora de sentarnos a crear:

1# “No soy capaz”

Este pensamiento puede aparecer camuflado de distintas maneras: “No soy lo suficientemente creativo”, “No tengo imaginación”, “Soy un manazas”, “Aunque quiera no se me ocurre nada…” Bueno, todo esto tiene que ver con lo que vimos antes, esa sensación de distancia respecto a la figura del “artista”; pero también puede tener que ver con otras cosas, por ejemplo con que no es un hábito que hayas tenido hasta ahora; o que alguien te dijo alguna vez (incluso tú mismo) que no eres una persona “creativa”. Esto último es algo muy habitual. Sin embargo, piensa que todos podemos ser creativos. Se trata de llevar nuestra atención a lugares que quizás antes en nuestra vida no habíamos contemplado. La práctica es la que nos proporciona, tanto las capacidades manuales o técnicas (aprender las herramientas necesarias para desempeñar esa actividad), como esa capacidad creativa.

2# “Sentarme a crear es perder el tiempo”

Este pensamiento está muy relacionado con la vida contemporánea. Parece que todo acto que desempeñemos tiene que ser algo productivo, algo que nos aporte un beneficio material o económico. Si no ¿por qué íbamos a pensar que hacer algo que nos gusta significa perder el tiempo? Por otra parte, creo que hay casos en los que esta justificación tiene más que ver con una excusa que con algo real, porque ¿acaso nos preguntamos si estamos perdiendo el tiempo mientras vemos series, o mientras miramos Instagram? Lo que pasa es que ejercer de espectador suele resultar más cómodo que ponerse al otro lado.

3# “No me merezco dedicar tiempo a esto”

Esta me duele. Porque es una de las que tenía más soterradas en mi interior. Está un poco ligada con la anterior, pero es más profunda, porque no tiene tanto que ver con tu forma de entender el mundo sino con tu forma de permitirte estar en el mundo. Para mí, por ejemplo, el hecho de dedicar tiempo a hacer algo que me gusta me produce cierta culpa. Lo pienso y me digo “qué absurdo”, pero me doy cuenta de que es real… Lo bueno es que si eres capaz de verlo, de reconocerlo, es más fácil cambiar esa tendencia “sufridora”. Hacer también me ha ayudado en este sentido, ya que ha sido una forma de no hacer caso a una creencia tan limitante.

4# “Es muy difícil. No voy a conseguir nada”

Cuando pensamos esto es que nuestro foco, nuestra atención está en los resultados. ¿Qué sucedería si nuestro foco estuviera en el proceso? Si no nos importara equivocarnos, o hacerlo “mal”, o no hacerlo perfecto, hacer cosas aunque “no nos sirvan”… Todo lo que hacemos sirve para algo, por lo menos sirve para estar ahí, para hacer “músculo creativo”, para intentarlo. Tenemos que perder el miedo a tirar lo que hacemos a la “basura”. Pensar que tenemos que hacer las cosas perfectas es un pensamiento absolutamente anquilosante. Nos paraliza y no hacemos nada, porque ¿quién es capaz de hacer algo perfecto a la primera?

Decía que el miedo que sentimos a la hora de enfrentarnos a una tarea creativa tiene que ver con las expectativas que nos formamos al respecto. Cuando yo espero algo de una actividad concreta, no solo estoy esperando cosas de esta actividad (ciertos resultados), también estoy esperando ciertas cosas de mí misma. Espero ser capaz. Espero hacerlo “bien”. Espero que no sea muy difícil. Espero que no sea una pérdida de tiempo. Espero ser perfecta. ¿Cómo no nos va a dar miedo sentarnos frente a una hoja en blanco? Lo raro sería que con estas expectativas no sintiéramos miedo. “Espero hacerlo bien” sumado a la creencia “No soy capaz” es el cóctel perfecto para no hacer.

¿Cómo desbloquear tu creatividad?

Creo que la clave es muy sencilla y a la vez muy difícil. Creo que todo pasa por permitirnos jugar. Cuando jugamos nos sentimos libres de equivocarnos. Es más, ni siquiera lo nombramos de esa manera. Simplemente hay cosas que funcionan y otras que no funcionan tanto en nuestro juego. Probamos, descartamos unas opciones y nos quedamos con otras. Pero todo de forma muy natural y muy libre. Sin juicios. Sin expectativas. Sobre todo sin juicios hacia nosotros mismos. Estamos jugando. Y lo hacemos porque nos gusta. Porque hallamos placer en ello.

Como digo, es fácil. Pero también difícil. Porque al convertirnos en adultos perdemos nuestra capacidad de jugar. Quizás incluso fuimos educados para pensar que jugar era algo malo, algo “prohibido”, una pérdida de tiempo, una frivolidad, algo tonto, ridículo, algo solo para niños…

Darnos permiso a nosotros mismos para sentarnos a crear implica darnos permiso para jugar, darnos permiso para hacer cosas imperfectas, darnos permiso para no acertar, equivocarnos, darnos permiso para “perder el tiempo”, para hacer cosas improductivas, que no nos den dinero, cosas que incluso nos salen fatal.

¿Para qué?

Quizás la pregunta más importante sea esta: “¿Para qué quieres crear?”, “¿Para qué quieres emprender esa actividad creativa? ¿Qué te empuja a querer crear algo?”.

Respondiendo estas preguntas te darás cuenta de muchas cosas. No hay una respuesta mala. Todo es lícito. Todo es válido. Pero creo que es importante ser conscientes de nuestras motivaciones.

Puede que solo queramos desconectar de nuestra rutina diaria, desestresarnos, pasar un buen rato. Puede que necesitemos expresar algo, dar nuestra opinión, dejar aflorar nuestros sentimientos. Puede que queramos conectar con nosotros mismos de una forma distinta, conocernos mejor, ser conscientes de lo que nos interesa o nos mueve. También puede ser que nos demos cuenta de que lo que nos atrae no es la actividad en sí misma sino esa supuesta vida bohemia del artista. Puede que lo que realmente busquemos sea libertad. O reconocimiento. O conectar con otros…

Ver con claridad nuestros motivos nos ayuda a hacer las cosas desde otro lugar. Comprendernos nos da poder. Nuestra intención nos mueve de una forma distinta. Sin tanto titubeo, sin excusas, dándonos permiso interno para hacerlo. Conectar de forma sincera con nosotros mismos. Expresarnos sin pensar en lo que dirán. Hacer como parte de un camino. Jugar como algo natural.

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Carolina Abad Jara, también conocida como Pez Papaya, es narradora, tejedora y coach de procesos creativos. Ayuda a toda persona que desee crear algo, a reconocer y trascender las resistencias y dificultades que aparecen a lo largo del camino. Cada dos sábados escribe una carta en la que comparte sus reflexiones e investigaciones en torno al proceso de creación.
Si quieres recibirlas apúntate a su newsletter: pezpapaya.com

12 comentarios

  1. Lindas reflexiones!! saben cómo estoy «retomando, gozando, descubriendo, desarrollando» mi capacidad creativa? jugando con mi nieta!!! es retador, maravillosamente retador. Abrazos para ustedes. Muchas gracias!!

    1. Muchas gracias a ti por escribir, Victoria, y qué bonita experiencia estás viviendo con tu nieta, sigue disfrutando! Un abrazo fuerte

  2. Gracias Carolina.
    Me ha encantado tu aportación. Y sobre todo, tus últimas reflexiones. Tan necesarias.
    Me apunto a tus newsletter para recibir más inspiración. Saludos.

  3. Felicitaciones !!! Pez Papaya.
    Eres y serás la dulce mirada que conecta, que transmite y que transforma.
    Gracias por permitirte crear y permitirnos formar parte de tus admiradores.
    Cada uno encuentra su mundo y su manifestación. te viste creando y ahora creas. lo hiciste. y confío fehacientemente en que seguirás creando, creciendo y generando un futuro de amor y bondad.
    Hoy Celebro tu crecimiento, tu conciencia y tu manifestación
    Hoy celebro el ser tu compañera…. en la distancia… pero en el eterno presente que nos une.
    un gran gran abrazo de corazón a corazón.

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