¿Sabes que tus células responden a tus emociones?

Hoy te traigo un artículo escrito por Elena Miguel, en el que nos cuenta sobre el impacto que tiene la microbiota en la salud, y cómo nuestras células responden a nuestras emociones.

Elena es una de mis alumnas del programa INDI y me parece muy necesario y maravilloso el proyecto que ha creado. Elena es médico especialista en Neumología y especialista en Medicina Integrativa.

Espero que disfrutes de este artículo profundo y enriquecedor, que nos invita a reflexionar sobre la importancia del equilibrio entre el cuerpo y la mente.

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Algunas de las mejores cosas de la vida suceden por casualidad. Seguramente tú, que ahora me lees, lo has experimentado.

Ya llevaba varios años sumida en una vida que parecía la conocida y típica “rueda del hámster”. ¿Has escuchado este concepto, verdad? Te voy a contar brevemente mi historia para ponerte en contexto.

Mi historia personal

Soy una persona, que como muchas otras, me sentí sumergida en un caos durante años.

Médico de profesión, ama de casa, separada con custodia compartida a cargo de un niño de menos de tres años. En aquella época apenas tenía tiempo para mí. Además, había crecido en una familia donde la cultura del esfuerzo es la norma. En la escuela me enseñaron a ser la niña buena y formalita, que no da guerra. En mi mente se fueron instalando a fuego las creencias de la autoexigencia y del servicio a los otros. Durante mucho tiempo, me fueron útiles para entrar en la universidad pública de Medicina en el centro de Barcelona y con una beca.

Y para tener muchos títulos obtenidos con el esfuerzo mental y la autodisciplina. Esto me dio mucho conocimiento y estructura. También un buen trabajo y solidez profesional. Sin embargo, mi parte emocional, mi niña risueña y divertida a la que le gusta bailar, caminar por la montaña, reír a carcajadas y escribir cuentos fantasiosos, quedó en el olvido.

En mi propio olvido.

El punto de quiebre

Como consecuencia de años de intenso y duro trabajo a cargo de muchas áreas de mi vida, mi salud lo fue notando. Yo misma me decía que mañana ya comería mejor. Que mañana haría más ejercicio, que mañana dormiría lo que necesito, mañana, siempre mañana…

Me di cuenta de que no podía seguir igual que siempre.

Comencé a buscar respuestas. ¿Por qué unas personas eran más resistentes a la enfermedad que otras? ¿Y por qué las personas sanas eran más resilientes?

En aquella época yo ya había iniciado un viaje hacia mi interior. De hecho, años antes, mi viaje a Indonesia me abrió los ojos del alma hacia otras posibilidades.

Cuando viajo, me gusta aprender de la cultura de las gentes del lugar que voy a visitar. Leí sobre el budismo, sobre el respeto que tienen hacia todos los seres. La necesidad de silencio para regenerarse. ¿Te has dado cuenta de cómo unos minutos de silencio te cargan de energía? ¿Eres consciente de cómo te sientes en una gran ciudad?

Me di cuenta de que si conseguía mantener la calma, tendría un superpoder en el mundo occidental. Un mundo caótico y acelerado en el que se ha normalizado este ritmo de vida. Un estilo de vida que nos enferma, porque nuestro sistema nervioso no está preparado para soportar tantos estímulos al mismo tiempo.

Estímulos sonoros, tráfico, notificaciones del móvil, llamadas telefónicas, pantallas… Exceso de ruido. Una contaminación acústica de la que poco se habla.

Comencé a hacer yoga y descubrí que es una de las actividades que me devuelve a mi centro. Dejé de ver la televisión, sobre todo las noticias. De esta manera evito que mi mente se contamine de toxicidad y negatividad. Y he descubierto que al final, me acabo enterando de lo importante que pasa en el mundo.

Comencé a escuchar conferencias en formato podcast de personas reconocidas del ámbito de la medicina, la psicología, la neurociencia, coaches y terapeutas de diferentes disciplinas. En una de estas conferencias escuché por primera vez hablar de la microbiota intestinal y de su importancia en la salud.

Descubriendo la microbiota

La microbiota, ¿y eso qué es?

Este nombre se ha comenzado a dar a conocer en los últimos años.

En nuestro cuerpo viven un gran número de microorganismos. Estos son muy diversos. Se encuentran de forma natural en nuestra piel y mucosas de todo el cuerpo. Ellos forman parte de una gran familia conocida bajo el nombre de microbiota. Es en el intestino donde habitan en mayor número, sobre todo en el intestino grueso.

En el intestino están descritas más de 1.500 especies de microorganismos diferentes, que viven en perfecta armonía y conviven con nosotros en una relación de simbiosis o beneficio mutuo.

Sus principales funciones son, entre otras: digestiva, defensa frente a la invasión de gérmenes patógenos y metabólica. También se encargan del sistema inmunitario y de modular el eje intestino-cerebro.

Controlan el peristaltismo o movilidad intestinal y se encargan de mantener en perfecto estado la barrera epitelial de la mucosa intestinal. Cuando esta última está dañada, se genera permeabilidad intestinal que genera numerosos problemas en el cuerpo.

El total de microorganismos es muy superior al número total de células del organismo. Su carga genética supera 100 veces la información que aporta el genoma de nuestras células.

Este mundo me fascinó y decidí aprender más formándome en psiconeuroinmunología clínica –medicina integrativa.

¿Qué es la medicina integrativa o psiconeuroinmunología clínica?

La psiconeuroinmunología (PNIE) es una ciencia que trata la salud de forma global. Se evalúa el estado del cuerpo físico, pero también el emocional, el mental y la situación social que vive el paciente. Todo síntoma es reflejo de algo más.

Lo que marca la diferencia y el éxito de la PNIE está en trabajar en la causa que originó el problema y no solo sobre los síntomas. El sistema nervioso, endocrino, metabólico y la psicoemocionalidad de la persona están íntimamente relacionados.

En una consulta médica habitual, tras años de trabajo, descubrí que solo una pastilla pone un parche, pero en muchas ocasiones no se llega al fondo de la posible causa de la enfermedad.

Problemas tan frecuentes como la inflamación abdominal, acidez, colon irritable, alteraciones de tiroides, alergias, insomnio, estrés e incluso problemas de fertilidad y menopausia pueden mejorar con la PNIE.

Como personas, somos un todo. Se realiza una valoración clínica detallada y el estudio de las exploraciones complementarias necesarias. Se puede realizar un estudio de tu microbiota, que cuida de tu sistema inmunológico y que equilibra tu salud emocional.

Te ofrece herramientas y un tratamiento personalizado, como un traje a medida. Se basa en la alimentación, la suplementación ortomolecular y el apoyo emocional. Sin dejar de lado la valoración médica tradicional.

Hubo un tiempo en el que yo estaba perdida, quizás como tú. Sin entender por qué mi cuerpo gritaba algunos síntomas. Consultaba a colegas y la solución pasaba por tomar unas pastillas y ya está. Pero solo conseguía poner un parche, sin llegar a la raíz del asunto.

Supe que según cuidas a tu microbiota, es como te cuidas a ti mism@. Y tu microbiota te cuida a ti, ya que se encarga de trabajar en equipo con todas nuestras células. Además, así como tú te alimentas, alimentas a tu microbiota, y en consecuencia funciona mejor o peor tu cuerpo. Y también así es como te ves.

Tener este conocimiento confirmó lo que ya intuía desde hacía tiempo, por sentido común: Creer que es posible una mejor salud te lleva a una vida mejor.

Cuando comía rápido, de pie y productos envasados (vamos, de esos que tú sabes), me calmaban el hambre, pero en 2 horas volvía a estar igual o incluso peor.

Me solía doler la cabeza y tener el abdomen hinchado. ¿Sabes que si se come de pie el cerebro no registra que has hecho una comida correctamente? Es necesario sentarse para comer.

Comencé a comprender. Es como un puzzle, en el que vas colocando las piezas y ves con claridad. Ahora ya sabía que una mala calidad de la alimentación, así como su desequilibrio, impacta directamente en la salud.

Factores que afectan la microbiota y la salud

Para haceros un resumen de lo que enferma primero a nuestra microbiota y luego se nota en nuestra salud:

1. Mala alimentación

Parece algo obvio, pero solo hace falta ver cómo va en aumento la obesidad. Y lo más alarmante es el ritmo de crecimiento de la obesidad infantil. Todos sabemos que tanto la cantidad como la composición de cada plato ha de ser tenida en cuenta.

Yo creo que sería muy útil que en el colegio nos enseñaran a comer bien. Y por supuesto también en casa. Pero si ni siquiera se contempla en la carrera de Medicina la nutrición, ¿cómo se puede pretender que todo el mundo sepa lo que es bueno o no tan bueno comer?

2. Sedentarismo

Cuando yo era pequeña, el juego sobre todo consistía en mover el físico. Te reunías con tus amigos y se jugaba al pilla pilla, al pica-pared, a las gomas, a saltar la cuerda, a la pelota…

A día de hoy, estos juegos aún se conservan, pero es terrible ver cómo niños y adolescentes los han sustituido por las pantallas.

El cuerpo humano está diseñado para moverse. Por eso, tras tantas horas de inactividad y estar sentado frente a la pantalla, te duele todo.

Nuestros ancestros de las cavernas tenían que caminar horas para encontrar alimento. Y genéticamente, apenas hemos evolucionado. Sin embargo, tecnológicamente estamos en otra era. Y eso no es sostenible a largo plazo. Por eso enfermamos.

3. Tóxicos

En nuestro entorno hay tóxicos socializados, como el tabaco y el alcohol. Todos conocemos el resultado a largo plazo.

Hay otros muchos tóxicos, como los implicados en la contaminación ambiental, los metales pesados y microplásticos.

Y como resulta difícil saber leer etiquetas de alimentos empaquetados, ya que para su conservación llevan productos que no sabemos ni lo que son y los comemos a diario.

4. Fármacos

Un tema que me hace reflexionar a diario es el de la gran cantidad de fármacos que se consumen. Sobre todo las personas mayores. ¿Serían todos necesarios con un estilo de vida saludable? Esto solo hablando de lo físico.

Como ya sabrás, el consumo de psicofármacos ha ido en aumento, y cada vez a edades más tempranas. ¿Y esto no alerta a nadie? Antes de la pandemia COVID ya era espeluznante, pero a posteriori solo ha ido en aumento. Esto es señal de una sociedad profundamente enferma.

5. Estrés

Llegado este punto no hace falta que te explique lo que es, porque seguramente lo has experimentado. Cada mañana, cuando salgo temprano de casa, veo personas a mi alrededor que solo corren. Y eso a diario.

¿Es normal que “la tarea en cuestión” sea para anteayer? ¿Tanta prisa realmente hace que el trabajo se haga mejor?

Está claro que, para que las cosas funcionen, hace falta una estructura, solidez y ciertas normas. Pero un exceso de rigidez, en mi opinión, consigue que las personas y las cosas “se rompan”. Y eso es lo que estoy viendo con más frecuencia, porque yo misma lo experimenté.

Como sabrás, el estrés sostenido o crónico inflama, ya que eleva el “temido” cortisol. De hecho, el cortisol, por definición, ayuda a nuestro cuerpo a resolver una inflamación aguda o puntual. Pero de forma mantenida, nos enferma.

Por ejemplo, en el intestino, hace que las estructuras que mantienen bien unidas las células se vayan rompiendo (uniones estrechas o Tight junctions). Este concepto se conoce como permeabilidad intestinal.

Viene a generar un intestino, metafóricamente, similar a un “queso gruyere”. Ya no hay efecto filtro, y sustancias que no deberían pasar a la sangre, en ese momento lo hacen. ¡Y comienza el festival!

6. Falta de gestión emocional

Otro temazo. Cuando hablo de este tema con mis amigos, es como abrir un melón. Reflexiona por un momento. Seguro que conoces a uno o varios adultos que todavía se comportan como adolescentes. O que en lugar de responder, lo que hacen es reaccionar.

O incluso puede que te ocurra a ti mism@.

Tranquil@. A mí también me ocurría, hasta que fui siendo consciente de que tenía que hacer algo. Y ese algo era aprender. La gestión emocional es otro gran tema que se debería aplicar ya en el mundo escolar. Por suerte, se ha avanzado un poco. Pero es evidente que primero se han de formar docentes.

Incluso, en el mundo de la Medicina, donde parece que ha de venir de serie, falta esta formación. Te garantizo que cuando aprendes a autorregularte, tu cuerpo te lo agradece. Pero para llegar a este punto, hay que escuchar cómo tu cuerpo grita.

7. Relaciones sociales

El contacto físico, el tacto, el piel con piel. Solo observa a un bebé. Busca al ser querido más cercano: a su mamá y a su papá. Sin ellos no podría sobrevivir.

El adulto sigue necesitando el contacto social para su bienestar. Pero relaciones sociales de calidad.

Seguro que has experimentado cómo te sientes cuando pasas tiempo con alguien agradable. Te sientes bien.

Y cómo te sientes cuando estás junto a alguien que se queja, critica, es pesimista y lo ve todo negro. ¿A que te sientes drenad@ de energía?

8. Contacto con la naturaleza

Como humanos, se nos ha olvidado que nuestro hábitat no es el asfalto y el cemento, sino el entorno natural. Si eres de los que, como yo, viene renovad@ tras estar en un entorno natural, lo entenderás.

Y si eres urbanita, te invito a que lo experimentes.

El nivel de cuidado que le damos a nuestra microbiota influye en la salud de nuestras células. Por lo tanto, así se ve claro cómo impacta el estado de la microbiota en la salud física y emocional.

Y también como las emociones emiten señales muy complejas que hacen producir hormonas que impactan en la respuesta de nuestras células. Todo está interconectado y relacionado.

Reflexiones sobre la conexión entre emoción y salud

Ahora estoy convencida de que tienes más claras las cosas. De hecho, hoy se sabe que actos de bondad producen una hormona: la oxitocina, relacionada con la conexión y el apego de las personas.

Y este efecto genera bienestar.

La serenidad consigue estabilidad dentro del caos de vida que ahora mismo te puede estar rodeando. Tu fortaleza y confianza en tu ser interior es tu casa, tu lugar seguro.

Tips a tener en cuenta para cuidar de tu microbiota, salud celular y bienestar global

Te resumo los tips a tener en cuenta para cuidar de tu microbiota, salud celular y bienestar global:

  1. Comer de forma sana y equilibrada.
  2. Evitar tóxicos: sobretodo tabaco y alcohol, que son los más socialmente extendidos.
  3. Hacer ejercicio.
  4. Dormir bien.
  5. Aprender a gestionar las emociones.
  6. Controlar el estrés.
  7. Tomar solo los fármacos imprescindibles y durante el tiempo necesario.
  8. Hacer amigos de calidad. Relaciones sociales.
  9. Salir de excursión.
  10. Leer y aprender algo nuevo. Se generan nuevas conexiones neuronales y se mantiene al cerebro “en forma”.
  11. Aburrirse. Cuando me aburro es cuando tengo las ideas geniales. Seguro que te ha pasado que, tras el descanso o en el momento de la ducha, has encontrado la solución a algo que te inquietaba.
  12. Meditar a diario. La meditación consigue relajar la actividad del sistema nervioso. De hecho, a día de hoy hay numerosos estudios que hablan de sus beneficios.
  13. Hacer manualidades, o una actividad creativa como la pintura, hace que se desconecte la actividad más “analítica o racional” del cerebro y te conecte con un estado de fluidez en el que el tiempo pasa muy rápido y casi no te das cuenta.

Mi método KHORE

En base a todos estos TIPS, he creado mi método KHORE para mejorar tu salud, de forma integral. Para saber más, puedes ir a mi web draelenamiguel.com y a mi Blog donde hablo de temas de salud y bienestar.

Si estás interesado/a en una consulta sobre un tema en concreto, también puedes ver en mi web: información sobre la psiconeuroinmunología o medicina integrativa.

Y si te apetece escuchar podcast y charlas nutritivas en las que comparto espacio con expertos, te invito a que me sigas en Instagram: @draelenamiguel para estar al día de las novedades.

Conclusión

Te agradezco el haber llegado hasta el final. Sin duda, si hoy estás aquí no es por casualidad. Eres una persona que busca respuestas y quieres cuidarte.

Y te felicito por ello.

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Elena Miguel, médico especialista en Neumología, máster en EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) por la UCAM; máster en contaminación ambiental e impacto en la vía respiratoria por la CEU, con aval SEPAR (Sociedad Española de Neumología). Máster en gestión emocional y formadora en gestión del estrés. Instituto Ecología Emocional. PNIE – Medicina integrativa formada en el Instituto Xevi Verdaguer (Barcelona). Consultora en Feng Shui clásico y organizadora de espacios escuela Gloria Ramos.

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